FÁBRICA DE HILADOS Y TEJIDOS SAN ILDEFONSO, Municipio de Nicolás Romero, Estado de México.
A finales de la década de 1840 el fabricante-empresario Archibaldo Hope compró la hacienda de San Ildefonso a las hermanas Fagoaga en 30 mil pesos. El propósito de Hope: instalar un establecimiento industrial completamente montado con talleres y salones para la manufactura de textiles de lana. Para financiar el proyecto estableció la sociedad "Archibaldo Hope y Compañía" con el apoyo de su hermano Cutberto y el empresario norteamericano Eduardo M. Keon.
Años después con la necesidad de mayor refacción financiera, le venden a Juan Antonio Beistegui, empresario y comerciante español, parte de las acciones de la compañía. La fábrica, a partir de este momento sufrió el cambio de propietarios a lo largo del siglo XIX: Alejandro Grant y Francisco Barton; Francisco de P. Portilla y posteriormente su viuda e hijos; y a finales del siglo XIX la intervención de una sociedad que contaba con la participación del empresario-industrial y comerciante francés Ernesto Pugibet. Esta úlitma etapa fue la de mayor auge para San Ildefonso.
Aunque San Ildefonso estaba completamente instalada a mediados del siglo XIX, a finales ya se veía como todo un complejo industrial con infraestructura hidreléctrica, vivienda para los obreros, capilla, entre otras. La manufactura de esta fábrica incluía alfombra, bayetas, casimires, cobertores blancos y de color, frazadas, hilaza de lana de colores, mantillas para caballos, paños y zarapes.
San Ildefonso tenía todo lo necesario para manufacturar piezas de lana: edificios con dos o tres niveles donde se establecieron las áreas de preparación y elaboración de hilo, salones de tejido con maquinaria que iba desde los telares de madera hasta los telares mecánicos, áreas de tintorería y secado al aire libre, talleres para refaccionar cualquier máquina (San Ildefonso es uno de los pocos casos en el que exisitió una patente para una máquina empleada en esa fábrica) y sobre todo la gran infraestructura hidroeléctrica que se construyó en las inmediaciones de la fábrica.
San Ildefonso aun está en pie, aunque en su interior son evidentes las modificaciones realizadas para la producción de textiles de lana, todavía podemos apreciar la magnitud que pudo tener a finales del siglo XIX.
Gustavo Becerril
CNMH-INAH
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