Autor: Gustavo Becerril
CNMH-INAH
En el municipio de Texcoco de Mora, en el Estado de México, situado al oriente de la ciudad de México se encuentra el Parque Nacional Molino de Flores, sitio en el que se estableció uno de los molinos más antiguos de la República Mexicana: El molino de los Flores.
Este establecimiento productivo data del siglo XVI y a través de su historia ha tenido adecuaciones y pérdidas que lo presentan como está en la actualidad. Formó parte de la hacienda triguera denominada: El Batán el Molino de Flores y sus productos fueron considerados los mejores de su clase.
La fundación del molino, así como el desarrollo de su historia la tiene como referente histórico, arquitectónico y cultural del municipio de Texcoco; sin embargo, lo que nos trajo a este sitio no son sus vestigios arquitectónicos o su función como parque nacional, lo que se conserva en su interior es lo que nos invita a realizar la siguiente BitácorA PIE.
En México, desde la llegada de los españoles, se construyeron molinos de harina en diferentes regiones de la Nueva España para cubrir la necesidad de pan para los nuevos habitantes de las tierras conquistadas. Dentro del proceso de producción, las piedras o muelas de molino constituye una parte fundamental del sistema de molienda; actualmente, es una pieza recurrente de exhibición en sitios con antecedentes productivos de la molienda.
Acceso principal del Molino de Flores
Foto: Archivo fotográfico PIM
Al llegar al sitio y cruzar la puerta de acceso un amplio camino empedrado nos conduce a las primeras piezas: dos sendos monolitos, uno que muestra las marcas del uso pues se encuentra unido en su sección media y otra pieza que carece del eje para montarse en el mecanismo de molienda. Las muelas o piedras de molino son de dos tipos: la solera y la corredera o voladera. En algunas regiones de Europa se elaboraron las piedras de granito, "piedras morenas" o españolas, mientras que en otros lugares utilizaron las piedras blancas o francesas. Con frecuencia eran labradas por los canteros pero también se daba el caso que el mismo molinero las tallara. De las dos primeras piezas podríamos especular si fueron traídas desde España o fueron labradas en el mismo molino, eso se resolvería preguntando a los especialistas del tema de este sitio; sin embargo, la siguiente pieza que les voy a mostrar "habla por si misma".
Foto: Archivo fotográfico PIM
La evolución de los procesos productivos de molturación no se modificaron mucho durante los primeros cuatro siglos en México; sin embargo, si hubo cambios en sus materiales de construcción y la piedra de molino fue una de las que alcanzó una interesante evolución tecnológica en el siglo XIX. Si continuamos nuestra caminata por el mismo sendero nos encontramos con la siguiente pieza.
Foto: Archivo fotográfico PIM
Nos muestra las marcas del desgaste que ha sufrido con el uso y el paso del tiempo; nos guía al decirnos el sitio que ocupaba dentro del proceso productivo y la función que realizaba; nos da una pequeña señal de cómo era colocada en el molino y la más interesante: nos habla de su origen de fábrica y la región de dónde fue enviada a Texcoco. Si nos acercamos a leer el anillo de metal que se encuentra en su eje veremos la siguiente inscripción: Societé Generale Meuliere*La Ferté-sous-Jouarre (France). Hemos resuelto el enigma del país de origen; sin embargo, si buscamos un poco más de qué se trata encontraremos que La Ferté-sous-Jouarre es una población y comuna francesa en la región de Francia departamento de Seine-et-Marne y es considerada la capital de las piedras de molino.
Foto: Archivo fotográfico PIM
La piedra de molino de La Ferté-sous-Jouarre se caracterizaba por su dureza y su aspecto esponjoso que le permitía mantener su aspereza por más tiempo y así moler grano sin introducir polvo de piedra en la harina. No está por demás decir que la región francesa contaba con abundantes canteras lo que explica la labor en la talla de estas muelas que comenzaron como una empresa familiar y que posteriormente se convirtieron en empresas de mayor dimensión. Pocas trascendieron los siglos y sólo dos llegaron al siglo XX y alcanzaron el nivel de "Gran Sociedad": La Grande Société Meulière Dupety Orsel et Cie y La Societé Generale Mulière. La primera fue constituida en 1789 aunque el nombre lo adquirió en 1911 subsisitiendo hasta 1957. La segunda fue creada en 1884 con la fusión de ocho pequeñas empresas manufactureras de piedras de moler y que perduró hasta 1953. Esta última empresa tenía su fábrica en la colina Bois de Barre, un sitio importante de piedras de molino con piedras de afilar y para la construcción.
Foto: Archivo fotográfico PIM
Ubicación de la piedra solera en el molino
Foto: Archivo fotográfico PIM
La piedra originaria de los talleres La Societé Generale Meulierè que se encuentra en Molino de Flores muestra también una triada de orificios que servían para colocar la piedra corredera, mediante un mecanismo de elevación, en la piedra solera para completar el sistema de molienda. Así mismo, nos proporciona información en su cara posterior pues encontramos una serie de surcos que definen su manufactura francesa: el tallado de los rayos principales comienzan desde el ojal y los secundarios son paralelos a ellos y más cortos.
Foto: Archivo fotográfico PIM
En el presente la fábrica, de La Societé Generale Meulierè, fue destruida como resultado de unas serie de actos que incluyen la indiferencia, la puesta en venta del inmueble y la tardía reacción de un movimiento de salvaguarda del sitio. Afortunadamente, contamos con esta parte de la historia de la manufactura de piedras de molino francesas en México.
La riqueza en la lectura de esta piedra de molino es fundamental para el trabajo que realizamos en el seminario Procesos de Industrialización en México y nos recuerda que todo objeto es susceptible de leerse. La travesía que ésta y otras tantas piedras hicieron para llegar al Molino de Flores es un tema pendiente por hacer y que estoy seguro enriquecerá la historia productiva de este simbólico lugar.